
Revista Punto y Coma | Las Galápagos (Ecuador)
Explicación
Esta es una digitalización del artículo del mismo nombre de la Revista Punto y Coma nº61, año 2016, pág. 24-29
Las actividades asociadas a esta lectura fueron creadas por Edurne Sanz -profesora en la Universidad Complutense de Madrid- y por Ana Rubio -profesora del Instituto Cervantes de Viena-.
ℹ Lee el siguiente reportaje sobre las islas Galápago, en Ecuador.
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Las Galápagos (Ecuador)
Por Raúl de la Flor

Un viajero suele atesorar (1) en la memoria una preciosa colección de lugares bellos, con encanto, especiales, impactantes… pero, cuanto más viaja, la cantidad de lugares que consideraba únicos se va haciendo más y más pequeña. Poner un pie en las islas Galápagos es intuir de inmediato que nos encontramos en un lugar único. Viajar por ellas es disfrutar la sensación de que no hay otro lugar en la Tierra como este conjunto (2) de islas volcánicas a 900 km de las costas de Ecuador. Recordar el viaje es tener la certeza (3) de haber vivido una experiencia irrepetible.
En Floreana, Isabela, Santa Cruz y San Cristóbal, las únicas islas habitadas de las 127 que componen el archipiélago, se habla español, pero fue un inglés quien puso las islas en el mapa. Antes de la publicación de The Voyage of the Beagle, de Charles Darwin, las islas Galápagos eran conocidas como las “encantadas”, unas islas deshabitadas que solían dar refugio a piratas y balleneros (4). Ellos fueron los que diezmaron (5) la población de tortugas (6) en las islas, pues la carne de estos animales era extremadamente valiosa en las bodegas (7) de los barcos, pues el animal se mantenía vivo durante meses sin agua ni comida. Fue precisamente este impresionante animal el que hizo rebautizar (8) a Darwin las islas como las Galápagos, por el enorme parecido del caparazón (9) de algunas tortugas con el galápago, un tipo de silla de montar (10) española muy popular en aquella época.
Hoy en día es muy sencillo ver estas tortugas en las reservas, en centros de crianza (11) y en su estado natural. De hecho, es sencillo ver a todos los animales; este es el principal atractivo de las islas. Iguanas marinas, lobos de mar (12), pingüinos, tortugas marinas, piqueros de patas azules (13), pinzones (14), tiburones, rayas… están literalmente al alcance de tu mano y, al no haber tenido nunca grandes depredadores, no se asustan del hombre. Es sorprendente ver la armonía en la que conviven las distintas especies. Uno puede llegar a ver, compartiendo espacio en una misma roca a una iguana, un par de lobos marinos, un grupo de pingüinos y alguna que otra ave. Al haber superabundancia de alimento en el mar, no existen disputas territoriales. Precisamente por eso, uno de los grandes atractivos de las islas es la de bucear (15) con tiburones sin temor a ser atacados, pues están saciados (16) por la abundancia de peces.
LA EVOLUCIÓN ANTE TUS OJOS
La explosión de vida marina que se da en las Galápagos tiene una explicación sencilla. Lo que hace único a estas islas no es su carácter volcánico ni su aislamiento del continente, sino que son el punto de encuentro de hasta cinco corrientes (17) marinas. Aparte de la norecuatorial y la surecuatorial, en este punto del Pacífico se encuentran otras tres corrientes que, además de controlar el clima de las islas, llenan sus aguas de ricos nutrientes: la de Panamá, la de Cornwell y la de Humboldt. Esta última, por proceder del Ártico, ha traído especies propias de latitudes más frías, como el pingüino, que al llegar a las islas ha ido modificando sus características hasta transformarse en una especie completamente diferente a la original. Eso te ofrecen las Galápagos: la evolución ante tus ojos.

Todos estamos familiarizados con el fenómeno de la evolución y el concepto de la selección natural, pero esta teoría no se desarrolló hasta que el azar (18) puso en contacto a Charles Darwin con estas islas en 1835. Tras examinar la magnífica colección de especímenes que encontró en las Galápagos, se dio cuenta de que las diferentes especies de pinzones y de tortugas eran específicas de cada isla. Resultaba absurdo pensar que cada especie había llegado por separado del continente y se había establecido exclusivamente en ciertas islas. La única explicación lógica era que estos animales provenían de una especie común y se habían ido adaptando progresivamente a las características particulares de cada isla. Las diferencias entre especies son tan notables que todos los intentos por encontrarle una compañera genéticamente compatible a Lonesome George, el último espécimen de galápago de la isla de Pinta, resultaron en vano y la especie acabó por extinguirse (19) en 2010.
UN SANTUARIO NATURAL FUERA DE PELIGRO
Viendo el mimo (20) con el que el hombre cuida estas islas y los animales que en ellas habitan, es posible hacerse una idea de qué ocurriría si se extendiera esta filosofía a escala planetaria. El 97% del archipiélago está catalogado como Parque Natural. En el otro 3% viven los apenas 30000 habitantes que tienen las islas. El número de turistas que visitan el archipiélago (unos 70 000 al año) está limitado, así como los lugares del parque natural que se pueden visitar. A pesar de ello, es un ecosistema tan delicado que en 2007 la UNESCO añadió las Galápagos a la lista de sitios Patrimonio de la Humanidad en peligro, pues el turismo descontrolado, las especies invasoras y la superpoblación amenazaban su integridad. El Gobierno ecuatoriano reaccionó con rapidez y puso en marcha (21) una serie de medidas tras las que el santuario (22) natural dejó de considerarse en peligro en 2010. Además de intentar frenar el avance de especies invasoras en detrimento de las autóctonas (23) y controlar la afluencia de turistas, el Gobierno ha restringido (24) drásticamente el incremento de nuevos habitantes en las islas. La única manera de convertirse en un residente permanente de las Galápagos es habiendo nacido allí o casándose con algún galapagueño o galapagueña.

Los primeros habitantes de estas islas lo tuvieron bastante difícil. El Gobierno de Ecuador quería reclamar estas islas como suyas, y para lograrlo necesitaba que estuvieran pobladas por ecuatorianos. Para animar (25) a los ecuatorianos continentales a que poblaran estas islas inhóspitas (26), el Gobierno concedió a cada colono tanta tierra como su alambrada (27) pudiera rodear (28), al más puro estilo del Oeste americano. Antes de la llegada del hombre, la isla carecía (29) de plantas comestibles; el manzanillo (30), la única planta con fruto y alimento de las tortugas de tierra, es extremadamente tóxica para el hombre. Hoy uno puede ver en las fincas (31) plantaciones con todo tipo de frutales tropicales. La contrapartida (32) es que el hombre ha traído una serie de especies invasoras que crecen descontroladamente (33) en las islas habitadas como la zarzamora (34), la maracuyá y la guayaba. En una tierra tan fértil por la cantidad de minerales de origen volcánico, las especies invasoras acaban poco a poco con las plantas autóctonas, lo que afecta de manera especial a la alimentación de las tortugas de tierra. Las ratas, las cabras y los chanchos (35) son las especies animales que amenazan el ecosistema de los galápagos y el Gobierno ha tomado una serie de medidas (36) para controlar este peligro.
LA JOYA DE ECUADOR
Es fácil darse cuenta de que el archipiélago está considerado como la joya turística y patrimonial de Ecuador. Se trata de un lugar completamente seguro: “es muy tranquilo” es lo primero que te dicen los ecuatorianos que tienen la suerte de vivir allí. En seguida se percibe que los habitantes de Galápagos cuidan del visitante y que los guías que te acompañan cuando te adentras en las zonas del parque natural cuidan de las islas. No es raro ver a estos últimos recoger algún papel o basurilla (37) que alguien dejó tirado en el sendero o reprimir (38) a alguien por acercarse demasiado a un animal. La preocupación por preservar el entorno ha hecho que el nuevo aeropuerto de Baltra se convirtiera en 2012 en el primer aeropuerto verde del mundo al funcionar solo con energías renovables y estar construido con materiales reciclables (las columnas, por ejemplo, son antiguos conductos petrolíferos). Todas estas cosas no hacen sino apoyar la sensación de estar en un sitio único, en el que uno se puede imaginar cómo sería el planeta si los humanos nos hubiéramos preocupado de vivir en armonía con el entorno natural, en lugar de haberlo ido arrasando paulatinamente (39).

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